martes, 30 de diciembre de 2008

Deprisa, antes que entremos en razón.

Ya no me sorprenden las guerras, el mundo deja mucho que desear, y pensar que me habían prometido el paraíso. Pero aquí estoy, aquí me encuentro. Sumergida en el cosmos inevitable gracias a la unión de mis progenitores, que sin pensarlo me trajeron para el año 87. A lo mejor los hice felices, pero sólo a lo mejor. Hoy te puedo decir con la edad que tengo, que me encuentro pensando para mis adentros, triste. Triste por la visión que tengo, que con veinte años no puedo proyectar, no puedo crecer sin corromperme y no puedo progresar sin hundir a los de abajo. “Es el sistema”, escuché decir. La afirmación es como una apuñalada en el centro de mis principios, de mis valores y convicciones. Es un hecho que no pienso aceptar y por más incrédula que parezca ser, la vida se trata de opciones, de elegir, de tomar partido de un bando. Y yo ya lo hice. Ya no me sorprenden las guerras por el dinero, por el petróleo. Ya no me sorprenden las coimas y los corruptos. Ya no me sorprenden la frivolidad y la opulencia. Pero aquí estoy, aquí me encuentro. Hoy prendo la televisión y lo único que vende es el morbo, y pensar que lo canales de televisión y su gran monopolio, se depravan pagando y gastando millones de dólares en una noticia que no es noticia, sino por le mero acto de aparecer en televisión. Mientras hay gente que muere de hambre, de pobreza, de desolación y de egoísmo. Pero eso no es noticia, eso ya se sabe, esta en inconsciente colectivo de la gente. “Mirá ahí va un pobre, pobre, no?” Eso no es noticia por que alguna vez ya lo fue, y no hay nada más viejo que el diario de ayer.

jueves, 27 de noviembre de 2008

Escenas, palabras y tintes de alegría.

A pesar de que ese día me había sentido traicionada, tenía una sensación de que todo iba a ser mejor. Traicionada, irritada, frívola, descansada. A lo mejor sí era ese el caso. Vacía, tumbada, vendida, gastada. No sólo se me vienen palabras a la boca, sino escenas. Ella yacía mirándome con aires de ser alguien mejor. Yo, en cambio, la miraba perdida, tratando de encontrar a aquella chica que había sido mi amiga, mi colega, mi hermana. No se fundieron palabras en la atmósfera. Resoplos. Dio media vuelta y se fue. Se humedeció mi cara pero mi orgullo era tan fuerte que mis manos secaron las lágrimas que no querían ser vistas. Me paré y encaré el mundo… sola. Una vez más: triste, encantada, loca, desconsolada. Y así fue, y así enfrente mis miedos. No sólo me dí cuenta que la vida te da sorpresas, sino que la sorprendida era la vida.

jueves, 30 de octubre de 2008

Tibur, sabe y sabe como terminar historias.

Este cuento, es una historia que en principio no tenía fin, pero mi gran y queridísimo amigo Tiburcio Begue le puso un punto y aparte.

Te lo dije, se burlaba mi conciencia. Y tenía razón, yo sabía que hoy no era el día para despertarse, pero sino cuándo.
¡Ay! A veces me imagino porqué la conciencia nos habla después de hacer las cosas, o por lo menos a mi me pasa. Ella aparece siempre después de “lo hecho, hecho esta”.
Que injusticia cuando mi despertador con patas, mi papá, me levantó:”Vamos vieja, que estoy apurado” ¿Quién se puede levantar de buen humor así? Para empezar, no soy ninguna vieja, tengo años y estoy en pleno viaje todavía. Y después, interrumpe mi sueño cuando estoy a punto de besar a Martín. Debe ser que ni en sueños puedo cumplirlo.
Cuando llego al baño, rogando que por favor mis hermanos no hayan llegado todavía, veo la luz prendida. Mierda, maldecí. Encima, me tengo que aguantar que meen con la puerta abierta y sin levantar la tabla, “Ya te mudarás algún día” dije, tratando de calmarme, pensando que todavía era muy temprano para pelear. Entonces, sequé la tabla, hice pis, y procedí como de costumbre a la cocina. No sólo, que ya no me habían dejado tostadas, sino que ya se había acabado el café.
“Dale vieja, te dije que estoy apurado”, gritó mi papá del auto. Una vez en movimiento, pensé que las cosas se iban a calmar un poco. Pero no. El pie derecho de mi papá pesaba como veinte kilos ese día. En unas de sus maniobras, mi boca deja en libertad un “ooh”. Pero era ese “ooh” de cansada, de harta, de miedo y por todo lo que había sucedido desde que desperté. Fue entonces que mi padre abrió su boca y salió el sermón, entre gritos y palabras se escuchaban frases como: “Si no te gusta como manejo, te tomás el ómnibus ya”, “Si te hubieses apurado y levantado más rápido, no tendría que manejar así”. Entonces mi mente trató de pensar en algo neutral, en ese algo que piensan los hombres cuando están calientes, frente al todo el mundo, y no quieren que su miembro adopte otra forma. Pensé en el arco iris, en que si encontraba al enano dealer que tiene el tesoro y se lo robaba, podría comprarme el departamento en la cuidad. Pero no podría robárselo, claro que no, esos no eran mis principios. Aunque siempre y desde siempre existen los trueques. Un favorcito por acá y otro por allá. Pero, mujer, ¡¿Qué piensas?!
Entonces, se escuchó a mi padre que seguía enfurecido: “Y no quiero que te quejes más, con todo el esfuerzo que hago para…” Neutralicé mis pensamientos otra vez. Y pensé como mentía mi hermanito más chiquito, cunado decía que se dormía en la oveja 169. Mamá, para que se duerma le decía que cuente ovejas. Yo, por experiencia, sabía que contar ovejas era lo más aburrido del mundo, y que por lo general, cuando tenés sueño, los cuadrúpedos empiezan a golpear su cabeza contra la verja. Entonces, te sumerges en un sueño profundo.
Dejé mis pensamientos y le puse play a mi vida. Mi papá había terminado de sermonearme, pero era el turno de mi hermano. “Cómo te vas a olvidar la cartuchera, Marcos no podés ser tan irresponsable”, reclamaba mi papá sin el cinturón de seguridad puesto. ¿Qué ironía cierto? Bueno, muchos padres piensan que si chocan prefieren que les pase algo a ellos, y no a sus hijos. Pero para mí, no ponerse el cinturón era algo estúpido y que no entendía.
Como sentía que el ambiente no variaría mucho hasta que me bajara, decidí hacer de ese viaje un continuo circundar en mi pequeño mundo interior, puse Play. Allí estaba, con mi mirada perdida por al ventana y los pensamientos en lugares, aunque no me lo crean, impensados. No se como pasó, pero de repente mi mirada se perdió del todo y las pupilas adquirieron un peso inmanejable. Viajando, soñando, impensando ¿Qué tan lejos podes ir cuando ya estas más lejos de donde jamás estuviste? Pues ese día descubrí la respuesta.
Intentaré poner en palabras las sensaciones más variadas que jamás tuve hasta ese entonces. No fue solo un sueño, no fue solo el trayecto de mi casa a la facu, no fue la eterna discusión de papá con Marcos, no fue...es, es mi nueva realidad. Es este mundo que descubrí sin saber que estaba descubriendo un mundo. Por que está bien, mi conciencia no hablo aquella mañana, pero vaya que me dijo cosas en ese pequeño momento de lucidez inconciente.
Volví a mi sueño, después de todo era lo más lindo que me había pasado a lo largo del día. No voy a hacer una detallada lista de las cosas maravillosas que allí me sucedieron, pero sí, fue casi como siempre había querido que sea, con lujo de detalles y todo.
Así fue que me hice amiga de mi conciencia y empecé a escucharla más seguido, de tanto en tanto nos encontramos, hacemos un interesante intercambio de experiencias, yo desde mi perspectiva y ella desde adentro, me ayuda cuando las cosas no andan bien y hasta me tira una idea. Dicen que los publicistas tenemos que estar muy en contacto con ella, yo hago mi esfuerzo diario por permitirle uno que otro desliz y se esta volviendo cada vez mas divertido.
Es que esto de soñar despierta es como viajar, pero sin viajar, es saber que la “vieja” que me encuentro cada mañana en el espejo, de vieja solo tiene historia e ideas que contar, nada más que eso. Por eso, yo a mi conciencia la perdoné, esa mañana no habló, pero es que se estaba reservando la mejor parte. Desde ese día, tengo una nueva amiga.

martes, 9 de septiembre de 2008

"WorkSho" Generación yo, yo y yo.

Acá va una nota para la revista cartelera de la facultad. Como verán me sentí estafada.


Prendo la PC, el monitor… y después de una larga espera y unos buenos pedaleos se terminar de cargar. Mi casilla de mensajes decía: Band. Entrada (1)
Era el mail que tanto había esperado. Mi mejor amiga se había ido de viaje hace un mes y no había tenido ninguna noticia. Al abrirse la página, me llevo la sorpresa de que no era mi amiga, sino el Señor B. Seguramente es un incentivo para que sigamos participando en los concursos, o capaz era un aviso que se me caían todas las materias por no rendir finales. Sí, suelo ser demasiada tartamuda y los profesores me terminan diciendo “Aguiar, búsquese un profesor de oratoria”. Pero eso no viene al caso ahora.
El mail era una invitación para un Workshop de Fabiana Renault (casi la única mujer en el rubro) que se dictaría en la sede de nueva córdoba. Lo interesante era, que para los que participaban anotarían un crédito más para las materias electivas.
En cuanto llegué a la entrada había un par de mujeres que, seguramente se sentían identificadas, por ser algunas de las pocas.
Ellas gritaban: Dame una “F”
Ellas mismas respondían: Te doy la “F”
- Dame la “a”
- Te doy la “a”
- Dame la “b”
- Te doy la “b”
- Dame la “i”
- Te doy la “i”
Una del montón gritó con mucha fuerza: “¿¡Qué se formó!?”
“¡¡FABI!!” terminaron de gritar, por que más que canto grito, las damitas que parecían haber concursado en operación triunfo.
Me entusiasmé y pensé: “Esta Fabiana debe ser realmente buena, ya tiene su propio club de fans” Y entré emocionada por todo el show. Ahí me encontraba frente a ella, viendo como hablaba y decía cosas, y hablaba y decía cosas. Hablaba y se veía interrumpida por un colaborador pelado que parecía tener éxito con las mujeres del club (viste lo que dicen de los calvos, ¿no?). Formamos grupos para realizar una actividad, o mejor dicho: para irrumpir en la realidad cotidiana. O mejor dicho: hacer un BTL (publicidad below the line) Hubo propuestas desde “El hombre rata” hasta “Un cierre que abre cabezas” Por supuesto para entenderlas, habría que saber más de sus conceptos. Después de un cierre con un discurso, escrito por ella supongo, bien incentivador, bien machista y bien hablado, nos entregó nuestros diplomas impresos en nuestra universidad, que tenían nuestro nombre y su extensa firma. Ese día cuando llegué a casa, miré mi diploma, volví a mi rutina y prendí la compu. Fue entonces que esperé el mail de mi amiga que estaba de viaje.

PD: Si querés unirte a la nueva sensación de “Fabi y el Pelado”. Por favor, mandá un mensajito con la palabra “habla fabi,” al 2020.

jueves, 7 de agosto de 2008

Historia de un robo

Un día entraron y me robaron todo. Yo no gritaba hasta ese día. Quizé lo peor, nunca en mi vida había deseado el mal. Pero ese fue. Ese fue el día.
Llegué y mi cabeza no supo entender. ¿Qué diablos?, pensé.
La puerta yacía entreabierta y la sombra que irradiaba era muy negra, muy oscura. Me despertaba las sensaciones más horribles. Sentí miedo, mucho miedo. Tomé mi teléfono y llamé a mi padre. Tuve que decirle. Él preocupado por mi bienestar me dijo que salga de allí. No hice caso. Cogí nuevamente mi celular e hice el llamado más apropiado. Todo se vistió de rojo, blanco y azul. De uniforme y botas negras. Tantas preguntas me mareaban. ¿No podía poner mis manos sobre mis orejas y decir "paso"?
Entré y supe que ya no había nada. Que todo era de alguien más. Volví a odiar: maldecí y grité. No hay nada más desesperante que ver tu vida salir por tu propia puerta. Y era mi llave. Sí, esa llave con ese llavero que compré en algún viaje.
Vienticuatro horas antes todo era perfecto. Nada había pasado y yo sonreía y no gritaba ni maldecía. Pensar que el día anterior fue mi último con veinte. Con veinte años. Al otro día fue que entraron y se llevaron todo. Toda mi adolescencia.

sábado, 26 de julio de 2008

Con sólo un ring- ring.

Tarde... ya es muy tarde... Me estoy volviendo a mi casa en Unquillo y voy a pasar de largo, tengo que terminar dos objetos todavía. No… no me vengas con eso, yo siempre termino lo que empiezo. ¡¿Hola?! Hecho. Bueno, no te preocupes… a mí que ni me miren, si total yo soy un loco que pasa siempre desapercibido, ¿no? En fin, yo no tengo sentimientos del otro lado de la vereda. Cruzando la calle capaz encuentre algo que me llame la atención, pero más allá no. ¡Ya te dije! ¡Que se deje de joder! A mi me cagó, me cagó y esta no se la dejo pasar. Sí… Sí… entiendo… pero bueno. ¡Ah! ¡ja! ¡ja! ¡ja! ¿Cómo te acordaste? ¿Hola?... claro, eso es lo que me interesa. Si… ahora el que sabe más de yo sos vos, que ni se te ocurra. Ni me lo menciones, ¿okay? ¿Te quedó claro? Bien… ahora quedé sujeto a mi libre imaginación...Es así como me cayó la ficha anoche. ¡Y claro! estamos en la misma ¿qué? No, No, A veces tengo boludeces que me pasan por la cabeza y no me las puedo quitar… Lo que pasa es que pueden ser demasiado perturbadoras. Mirá, sino creyera…. Andá a saber. Sí, él esta en todos lados, hasta en mi conciencia. Escuchame…. Paso por tu casa, pero tenés que estar en la puerta, ¿eh? Ojo… si no podes, nos vemos el sábado. ¿Hola? ¡¿Hola?!

domingo, 11 de mayo de 2008

Más bla bla bla.

Yo creo que las islas son los primeros pisos que hizo Dios para las sirenas.
¡Que grande que es la cochera! me dijo la Sirenita.

Atame los pies y desenterrame el cerebro de esta atmosfera somnlienta.
¡En fin, pincha la burbuja! me dijo La bella Durmiente.

El tercer estomago de la vaca es un espacio al menos cómodo. Me situé ahí y me senté a mirar, era mohoso, pero te daban ganas de saltar. Parecía una cámara elástica. De a ratos, los gases intestinales nos venían a visitar, pero sólo por unos segundos, llovía... llovía. Entonces nos lanzamos por el tobogan que nos llevaba al cuarto estómago, ahí me encontré el acido clorhídrico.
¡Pensar que sólo era un pequeño pastito y cuando salí los sobrevivientes me llamaron Abono!

La religión es el opio de los pueblos, y la música de los latinos, que nadan un mar de dulce de leche tan desdogmatizado, donde todos y absolutamente todos, los pensamientos son heterogéneos. Vive tu vida loca dice la canción, y así fue y así inventaron la bomba atómica.
¡Sí, vive tu vida loca y loca te dejan las radiaciones! me dijo un sobreviviente de Hiroshima.

Viajar en banana, taparte con una cortina de pasto y cortarte el pelo con una trincheta era común en la tierra. Los extraterrestres no sabían que la guitarra servía para sentarse, que las nubes se comían y las lágrimas de los topos subterráneos se juntaban para crear la lluvia.
¡ET phone Home, estos humanos son realmente extraños!

sábado, 10 de mayo de 2008

"Puras Papanatas" decía un hombre descreído.

Hoy es el día que decidí escribir sobre lo más cliché. Te lleva, te trae, te arranca la cabeza (Y no intento copiar esa canción, que después de haberlo escrito, me dí cuenta)
Intento explicar una sensación, eso que te hace fuerte, débil, eso que te hace llorar y que matar de risa, eso que en tiempos de cólera todo te resulta tan abstracto y fuera de su significado. Que en tiempos donde todo es rosa, todo es rosa. Que con sólo un soplido el rosa se convierte en un negro amargo pero sin sabor.
Es así. Cíclico, loco, desesperante. Es así. Trágico, injusto, irracional.
Sí, hoy es día que decidí escribir sobre lo más cliché, el amor. Sobre eso que a algunos nos vuelve locos.

PD: Para aquel hombre descreído, le digo: "Creer para ver"

martes, 1 de abril de 2008

Pero No. Eso no es.

La gente se para en la vereda a hacer avistaje ¿Qué entendemos por avistaje? Abrir los ojos bien, moverlos de arriba abajo observando detalladamente. El proceso va acompañado con la mano en la cintura.
No, claro que no. Eso no es avistaje. Algunos piensan que este proceso es algo con lo que se nace. Claudia dice: “Es innato, en mi familia somos dos los afortunados que lo tenemos”
Pero no, claro que no. Eso no es avistaje. Un grupo de mujeres adolescentes se hacen llamar “Las Avistaje”. Damitas que en la disco se paran en ronda y cuchichean, turnándose una por una, para levantar la cabeza mirando sin escrúpulos a la víctima.
No, claro que no. Es no es. A ver… tomemos el sentido literal de la palabra. La preposición “A” es la “A” privativa. Y el resto de la palabra “vistaje” hace referencia al proceso de ver.
Pero no, no y no. Eso no es avistaje.
Avistaje, avistaje. ¿No es cuando las personas se paran cerca del aeropuerto a ver los aviones? Sí, eso es.

Pero no la mires mucho

Cuando quiero que estés de este lado, estas. Cuando quiero que estés del otro lado, también estas. Pero si quiero ponerme en el medio, no estoy. No la mires mucho. No me mires mucho. Así era Libertad. Realmente no sabía hasta dónde llegar, sus emociones cambiaban con el amanecer y volvían a cambiar con la luna. Libertad esta encerrada en varias ideas que venían como las olas del mar, rompían en la orilla. Libertad soñaba con ese algo que no sabía, que no sabía si iba a poder cumplirlo, quería y podía, quería y no podía. Libertad se encerró en una jaula de monos, de monos que no hacía monerías, pero realizaban hazañas inconclusas, que nunca se cumplían. Libertad decidió cambiar de aires, Libertad decidió salir. Entonces llamó a la puerta, puso un pie en la tierra y grito: “Libertad”

jueves, 31 de enero de 2008

Más melanina que todas las demás

Violeta era diferente a todas las demás. Sobresalía. Nadie supo explicar a qué se debía tal fenómeno, era bizarra y graciosa. Violeta nació con un problema de pigmentación en la piel.
La suerte siempre la acompañó, sus amigas la adoraban. Les encantaba ir a jugar al campo, corretear sin nadie que les diga qué decir ni qué hacer. Cuando jugaban a las escondidas, Violeta siempre salía perdiendo. No había forma que no la encontraran, ella simplemente resaltaba.
Lo fascinante y admirable, que yo puedo resaltar, de su personalidad son el optimismo y la voluntad. Desde chiquita, ya sabía que ella iba a ser una estrella. Quería triunfar como actriz. Se presentaba a cada casting, a cada obra de teatro. Por más que no la contrataran, ella volvía siempre con una sonrisa en la cara.
A los 20, sin ninguna obra de teatro y ningún tipo de performance actoral, Violeta se empezaba a preocupar. No había otra cosa que le gustara más.
Un día, viene una persona y habla con Violeta. Le dicen que eran justo lo que necesitaban, que su color de piel, su cara eran perfectas. Estaba feliz ¡saltaba en cuatro patas! Iba a grabar un comercial e iba a ser la cara de la marca.
Violeta era diferente a todas las demás vacas. Era violeta. Sobresalía, y era justo lo que Milka necesitaba.

miércoles, 23 de enero de 2008

Confundida

Me gritan, me doy vuelta y no veo a nadie. Me río y sigo caminando. Me vuelven a gritar. Nadie. Siento que mi corazón empieza a latir con fuerza. Me siento nerviosa, mis pies suben el ritmo. Con miedo tomo la primera esquina, las luces de la calle parecían no andar bien. Titilaban. Me vuelven a hablar, “no vayas” escuché. Paré y me senté bajo la única luz que funcionaba correctamente. Traté de tranquilizarme. Fue entonces cuando mi respiración volvió a la normalidad y sentí un poco de paz, las voces no se habían ido. Reí con mucha fuerza, me sentí realmente tonta. Mi conciencia me estaba jugando una mala pasada.

martes, 22 de enero de 2008

El ciempiés es un bicho muy raro.

En el ambiente se sienten esas ansias, ese miedo e indecisión. Hay en el viento mucha energía. Se mezclan mis pensamientos con las voces de los demás. La fila avanza de a poco. Parece un ciempiés viejo. Se escuchan portazos. Ese sonido lleno de fuerza retumba hasta mi médula.
¡Que miedo tengo! No se si estoy haciendo bien o mal. Me siento culpable por no haberme puesto a pensar antes. Lo peor de todo, es que estamos todos en el mismo lugar, reunidos por el mismo objetivo. ¿Habrá otros como yo? Me invade la frustración.
Avanzo de a dos personas cada media hora. Eso indica solamente una cosa: Indesición ¡Hay otros como yo! Lo que es peor. Si nadie sabe, toman lo primero que ven.
Mi cabeza me empieza a doler. Atrás mío hay dos personas discutiendo de esto y de aquello. Me siento mareada. Creo que estoy a punto de caer. Ahora lamento haberme acostado tan tarde. Se me nublan los ojos. Me siento débil. En eso, escucho la voz de una mujer: “Chiquita, ¿estas bien?” Abro los ojos. No tengo a nadie adelante. Había pasado media hora. Era mi turno.”Sí, si sólo me duele la cabeza” Pero yo seguía ahí parada sin hacer nada. Entonces me dice: “¿Documento?”
En el ambiente se sienten esas ansias, ese miedo e indecisión. Se mezclan mis pensamientos con las voces de los demás. Ahora es mi turno de votar. Ese día la democracia, no me dio gracia.

viernes, 18 de enero de 2008

En alfa.

“Te caerás del cielo” le dijo la vieja adivina.
Eulalio se rió, la miró con cara de darle la razón y se marchó.
Paseando por la rambla, mirando la gente pasar Eulalio imaginaba:
Rosas blancas por allá,
Rosas rojas por aquí,
Recreando la primavera
¿Un beso me dará?
Entre paso y paso, cuadra y cuadra, Eulalio se repetía a sí mismo “Te caerás del cielo, te caerás del cielo”
Una vez llegado al jardín de la primavera, una mariposa se posa en sus rodillas. La miró. Trató de no moverse en lo absoluto para no dejarla ir. Le gustaban sus alas, tan finas y delicadas, tan coloridas y elegantes.
Se vio atrapado en un mundo de pura fantasía, de pura imaginación. La mariposa y él, él y la mariposa. No dejaba de observarla, como mueve sus alas, como presta atención con las antenas, pero sus alas, sus alas eran algo digno de observar. El polvo mágico que cae cada vez que revolotea por aquí y revolotea por acá.
Vuela, la ve irse, alejarse y entramarse en el cielo azul. Eulalio sigue en alfa, fascinado.
Buscó muy adentro suyo esas alas, ese polvo mágico. Eulalio quería volar. Quería sentirse bello y libre, libre de poder alzar sus alas, agitarlas y revolotearlas con mucha fuerza. Quería desparramar polvo por todos lados, pero Eulalio en el fondo sabía que rápido moriría, que ni la noche ni el día lo esperarían. Eulalio en el fondo sabía que del cielo se caería.

lunes, 14 de enero de 2008

La encontré y la perdí.

A Claribel la conocí el día que la perdí, el día que me encontré con el capitalismo. Iba gritando de acá para allá frases sin sentido. Estaba como loca. Hablaba sola, se reía sola y caminaba sola. Me la encontré de pura casualidad paseando por los tejidos de cerebros que rondan en la ruidosa noche de Córdoba. Caminábamos para el mismo lado, para ningún lado. No teníamos rumbo fijo. Nuestros ojos tristes se perdieron en una mirada sincera, no tuvimos que decir palabra que paseábamos una al lado de la otra.
Me contó que se había cansado de trabajar, que estaba harta de seguir órdenes, de cargar con objetos muy pesados, para poder alimentar a su familia. Ella quería dedicarse a otra cosa, y fue ahí que le mostré lo que hacía. Le gustó, se emocionó tanto que casi lloró. Yo no podía creerlo, no daba crédito a mis ojos. La verdad que Claribel era muy rara. A veces nos pasábamos horas sin cruzar palabra. Cada una hacía la suya pero siempre las dos juntas.
Claribel gritaba frases como: “¡Soy libre, libre en este mundo lleno de cuerpos cansados dominados por objetos sin vida!”
Nunca entendía lo que quería decir, pero podría admitir que siempre me mostraba otra parte de la vida. Esas frases eran espasmos de alegría. Se repetían a menudo.
Esa expresión bailaba en mi cabeza, zapateaba, hacía ruido. No sabía porque no la entendía. Todas las palabras que la componían era simples, pero todas en su conjunto, algo complejo. Me puse a pensar qué objetos dominaban este cuerpo cansado, o si en verdad, era un cuerpo cansado. Todo dependía de los días.
“Objetos… ¿Qué puedo decir?” me decía Claribel cada vez que yo le preguntaba cuáles solían dominarla. Y se callaba.
Otra vez no entendía nada.
Era una esclava de sus palabras. Si las palabras fueran objetos Claribel estaría en contradicción con lo que piensa.
“Objetos… ¿Qué puedo decir?” ahora me pregunto yo. “Banco, dardos, computadora, auto, celular”
Un día Claribel se despertó asustada y me empezó a taladrar la cabeza. Gritaba, se reía, lloraba. “Objetos…Objetos… manipulan las acciones de hombre libres nacidos por naturaleza.” La calmé y le dije que no había ningún objeto cerca que la vaya a manipular, que se tranquilizara. Después agregó que me tenía que confesar algo, que se había portado mal. Sólo me dijo que la encerrara y la llevara a un lugar, al lugar dónde tenía que pedir perdón.Se cayó. No habló ni grito ni lloró más.
Ese día entendí todas sus frases, todas. A Claribel la conocí el día que la perdí, el día que me encontré con el capitalismo