jueves, 7 de agosto de 2008

Historia de un robo

Un día entraron y me robaron todo. Yo no gritaba hasta ese día. Quizé lo peor, nunca en mi vida había deseado el mal. Pero ese fue. Ese fue el día.
Llegué y mi cabeza no supo entender. ¿Qué diablos?, pensé.
La puerta yacía entreabierta y la sombra que irradiaba era muy negra, muy oscura. Me despertaba las sensaciones más horribles. Sentí miedo, mucho miedo. Tomé mi teléfono y llamé a mi padre. Tuve que decirle. Él preocupado por mi bienestar me dijo que salga de allí. No hice caso. Cogí nuevamente mi celular e hice el llamado más apropiado. Todo se vistió de rojo, blanco y azul. De uniforme y botas negras. Tantas preguntas me mareaban. ¿No podía poner mis manos sobre mis orejas y decir "paso"?
Entré y supe que ya no había nada. Que todo era de alguien más. Volví a odiar: maldecí y grité. No hay nada más desesperante que ver tu vida salir por tu propia puerta. Y era mi llave. Sí, esa llave con ese llavero que compré en algún viaje.
Vienticuatro horas antes todo era perfecto. Nada había pasado y yo sonreía y no gritaba ni maldecía. Pensar que el día anterior fue mi último con veinte. Con veinte años. Al otro día fue que entraron y se llevaron todo. Toda mi adolescencia.