sábado, 28 de noviembre de 2009

Distante

Su cabeza distraída bailaba en sueños distantes de algún pasado lejano. Su infancia tal vez. Pero sólo tal vez. Sus pensamientos se sometían a repeticiones diarias de lo que alguna vez pudo ser, siempre de la misma manera. Ella se los sabía de memoria, pero seguía disfrutando del encanto que le producían. Ensimismada en sueños que a lo mejor nunca se le iban a cumplir, ella era feliz. Feliz porque sólo eran sueños.

Si todo fuera alcanzable ¿dónde está la inmortalidad de la felicidad? Una vez hecho, hecho esta. Y esa placidez sólo dura algún tiempo, hasta que consigamos otra. No era su idea. Su idea era permanecer en su ello para poder aislarse del mundo por el tiempo que quiera. Colores extravagantes. Grandes Ideas. Toboganes sin fin.

Nadie puede quitarnos la imaginación. Nadie. Imaginar nos permite volar sin miedo a caer, hilar filas de sueños sin miedo a despertar. La imaginación no tiene variables medibles, no existen menos soñadores ni grandes imaginadores. La imaginación persiste el tiempo que queremos que persista, las ideas que se entretejen en la cabeza son tuyas. Y sólo tuyas. Se puede ser feliz eternamente en sueños.

Ella entiende a las personas que se abstraen, lo real no es normal. Se siente viva sólo en su cabeza, pero la verdad es que está muerta. Incomunicada. Los psicólogos la llaman autista. Nadie entiende por qué uno elige vivir así. Tratemos de imaginar.

jueves, 12 de noviembre de 2009

Ella y Él

Ella quería ser feliz. Pero se sentía bipolar. Le habían dicho que las sensaciones no mienten, y que la cabeza sí, que las sensaciones brotan a flor de piel, y que los pensamientos nacen como nosotros queremos. Ella se sentía perdida.
Perdida en sentimientos encontrados y extraviados, en llantos felices y tristes. Sola. Sola pero en pareja, una pareja que habla pero no está, que dice pero no lo ve hacer, una pareja que ama y se dejó ir.

Él quería encontrarse. También necesitaba ser feliz. Le habían dicho que viajar te abría la cabeza, y que quedarse era seguir nadando contra la corriente, que viajar era encontrarse con uno mismo, y que quedarse era hundirse. Él se vio partir.
Partir significaba dejar la vieja vida para buscar otra. Él necesitaba darse un lujo antes de convertirse en hombre de familia, de negocios, de rutina. Él necesitaba descubrirse para volverse a encontrar cuando vuelva, él ansiaba lo que ella también anhelaba.

Ellos quieren lo que son cuando están solos. Pero la soledad no tiene cabida cuando se está tan frágil, de mente y de corazón. A ellos les habían dicho que nadie quiere morir solo, que todos buscan siempre alguien con quien terminar su camino, que morir solos era injusto y soberbio. Ellos quieren lo que son cuanto están solos.

Ella y él no se sienten egoístas por dejarse de lado un tiempo en busca de su propia felicidad. Ellos habían llegado a un acuerdo, que decía que podían ser felices un tiempo separados, separados de todo aquello que alguna vez fue de los dos, y que volvería a serlo cuando se vean de vuelta. Él tenía que encontrarse sin quedar atado al pasado por un tiempo. Ella tenía que vivir lo que él vivió a su edad.

Ellos ganan lo que ellos separados anhelaban: un tiempo para sí mismos.