lunes, 14 de enero de 2008

La encontré y la perdí.

A Claribel la conocí el día que la perdí, el día que me encontré con el capitalismo. Iba gritando de acá para allá frases sin sentido. Estaba como loca. Hablaba sola, se reía sola y caminaba sola. Me la encontré de pura casualidad paseando por los tejidos de cerebros que rondan en la ruidosa noche de Córdoba. Caminábamos para el mismo lado, para ningún lado. No teníamos rumbo fijo. Nuestros ojos tristes se perdieron en una mirada sincera, no tuvimos que decir palabra que paseábamos una al lado de la otra.
Me contó que se había cansado de trabajar, que estaba harta de seguir órdenes, de cargar con objetos muy pesados, para poder alimentar a su familia. Ella quería dedicarse a otra cosa, y fue ahí que le mostré lo que hacía. Le gustó, se emocionó tanto que casi lloró. Yo no podía creerlo, no daba crédito a mis ojos. La verdad que Claribel era muy rara. A veces nos pasábamos horas sin cruzar palabra. Cada una hacía la suya pero siempre las dos juntas.
Claribel gritaba frases como: “¡Soy libre, libre en este mundo lleno de cuerpos cansados dominados por objetos sin vida!”
Nunca entendía lo que quería decir, pero podría admitir que siempre me mostraba otra parte de la vida. Esas frases eran espasmos de alegría. Se repetían a menudo.
Esa expresión bailaba en mi cabeza, zapateaba, hacía ruido. No sabía porque no la entendía. Todas las palabras que la componían era simples, pero todas en su conjunto, algo complejo. Me puse a pensar qué objetos dominaban este cuerpo cansado, o si en verdad, era un cuerpo cansado. Todo dependía de los días.
“Objetos… ¿Qué puedo decir?” me decía Claribel cada vez que yo le preguntaba cuáles solían dominarla. Y se callaba.
Otra vez no entendía nada.
Era una esclava de sus palabras. Si las palabras fueran objetos Claribel estaría en contradicción con lo que piensa.
“Objetos… ¿Qué puedo decir?” ahora me pregunto yo. “Banco, dardos, computadora, auto, celular”
Un día Claribel se despertó asustada y me empezó a taladrar la cabeza. Gritaba, se reía, lloraba. “Objetos…Objetos… manipulan las acciones de hombre libres nacidos por naturaleza.” La calmé y le dije que no había ningún objeto cerca que la vaya a manipular, que se tranquilizara. Después agregó que me tenía que confesar algo, que se había portado mal. Sólo me dijo que la encerrara y la llevara a un lugar, al lugar dónde tenía que pedir perdón.Se cayó. No habló ni grito ni lloró más.
Ese día entendí todas sus frases, todas. A Claribel la conocí el día que la perdí, el día que me encontré con el capitalismo

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Quizá debería decirte que el blog es muy bonito, que escribís muy bien y demás formalidades que esta vez dejaremos de lado para sólo repetirte lo mucho que te quiero y lo mucho que me gustan tus locuras esquisofrénicas de domingos por la tarde

Anónimo dijo...

negra te felicito loca.. muy lindo.. cuando abri la pagina no esperaba encontrarme con esto la verdad... me gusto mucho...

Anónimo dijo...

Cucurucha!!!
La escritura te abre, y te abrirá muchas puertas!
Divina la historia! y Keep up the good work!
jaja
La verdad es q' sos buena en lo q' hacés y lo sabés y lo se, por eso sos mi DUPLA!!! jaja!! este año, matamos!!!! agarrense porque las cucuruchas arrasarán!!! (siempre hay q' empezar el año positivo!) jaja
quiero verte ya!!! y contarte todoooo y que me cuentes todoooo y que hablemos de todoooo menos de la facu eh!!! porq' le teng alergia!!!
jaja
besos te veo en unos min.

Anónimo dijo...

Mensaje para Sofi: Lero lero ahora es mi dupla en la vida real lero lero jajajajajaj. besos las quiero a las dos