miércoles, 1 de abril de 2009

Las lágrimas

Y ahí yacíamos los dos. Apretados en una cama, yo con la cara humedecida por las lágrimas y socavada en un inmenso dolor, y él con la mirada perdida en algún lugar de mí ser acariciándome los brazos.
Y así estuvimos por horas. La habitación en silencio, el sol que dejaba de alumbrar, el ruido de mi nariz revestida de angustia. Cuando la oscuridad impregnó la sala, se interrumpió el silencio: No llores, me dijo.
No supe qué decir, me congestioné nuevamente en un sollozo que no parecía tener fin, lo abracé con fuerza, lo besé con aún más fuerza. Me aparte y me fui a lavar cara.
Y ahí quedó él. Con la habitación en tinieblas, sometido en sus pensamientos. Y entendimos. Y nos entendimos.
Entre la oscuridad y el silencio pudimos encontrar el verdadero amor, la felicidad compartida.

1 comentario:

Emiliano Piotto dijo...

Me encantó. Cati ¿Te diste cuenta de lo buena que sos escribiendo? ¿por qué nadie comentó este post?