miraste demoré en comprender la profundidad de tu mirada, hasta que te
observé. Cauteloso, comprador, niño. Siempre a un costado de la ronda,
muy paradito con sus manos tomando su espalda, como si escondiera
algo. De a ratos presta atención a la conversación... Y entonces
ríe. Ríe una risa blanca, sincera y desmedida.
En 10 días aprendí que abrazar es mucho más sincero que besar. Que abrazar contiene y purifica, que lleva y trae pero nunca se queda. Abrazar es dar la mano con el corazón, es sentir la fuerza del alma.
En 10 días aprendí a amar la fidelidad, que la fuerza de voluntad no
es un mito, es una verdad. Ser fiel se aprende y se juega. Y así
bailando y mirándome fijo a los ojos aprendí lo que de verdad
querías decir, porque los ojos son las ventanas del alma. Hablan,
enseñan y enamoran. Aprendí de tu soltura y solté mi timidez, la
deje de lado... Y baile, y reí y crecí.
En 10 días aprendí que los años se viven como uno los quiere vivir.
Que podes jugar a tener 50 y a tener 15. Y jugamos a esas edades,
charlamos de épocas distintas, y sin embargo hablamos el mismo
lenguaje. Un lenguaje de mentiras ingenuas, de bailes histéricos y
miradas sinceras.
En 10 Días aprendí la diferencia entre un Amor de verano y un romance
Fugaz.